Monfort y Sarti (1998) en un análisis
sobre cómo se ha desarrollado la musculatura abdominal en el campo de la
actividad física, hallan un gran número de tópicos basados en suposiciones y
costumbres. Uno de ellos se basa en la movilización del tronco para desarrollar
el recto superior del abdomen y la movilización de las piernas para desarrollar
el recto inferior del abdomen. Por ello, los ejercicios de fortalecimiento
abdominal suelen organizarse con frecuencia en dos tipos básicos: unos
consisten en el encorvamiento del tronco, y se les denomina ejercicios de
abdominales superiores; otros consisten en la elevación de las piernas y se les
denominan ejercicios de abdominales inferiores (Sarti y cols., 1996).
Encorvamiento del tronco (¡abdominales
superiores!).
Elevación de piernas (¡abdominales
inferiores!)
Esta idea se sustenta en una
sensación subjetiva de tensión muscular en la zona inferior del abdomen al
realizar ejercicios de movilización de piernas. Así, se confunde la tensión
generada por el músculo psoas ilíaco, que discurre bajo la porción inferior del
recto abdominal. Es lógico sentir tensión muscular en la zona abdominal
inferior al realizar ejercicios de flexión coxofemoral, ya que se suma la
activación de los abdominales para fijar la pelvis, con la activación del psoas
ilíaco para mover las piernas.
Esta falsa creencia ha sido
fuertemente difundida por los medios de comunicación, especialmente la
televisión e internet, debido a la
continua reiteración y aparición de aparatos y métodos que abogan por tal distinción
inferior/superior, así como por los libros donde comúnmente se organizan los
ejercicios abdominales siguiendo esta creencia errónea (López-Miñarro y Medina,
1999).
Son limitados los estudios que han
analizado la dicotomía activación abdominal superior/inferior hasta la
actualidad. La mayoría de estudios no encuentran diferencias entre ambas partes
al realizar ejercicios que movilizan piernas, brazos y pelvis. No obstante,
Sarti y cols. (1996) encontraron una mayor activación de la porción inferior
del recto abdominal al realizar el ejercicio denominado "inclinación
pélvica posterior" (una retroversión de pelvis) en deportistas con un alto
nivel de condición física y un gran dominio de los movimientos de la pelvis.
En la actualidad esta dicotomía
abdominales inferiores/superiores ha sido rechazada, ya que se ha podido
establecer con estudios electromiográficos que no es posible dicha
diferenciación (McGill, 2002; Lehman y
McGill, 2001). Al comparar el perfil electromiográfico del recto abdominal
superior e inferior entre ejercicio que movilizan el tronco y las piernas, tras
normalizar la señal EMG en función de la longitud del músculo, se observa una
superposición de ambos perfiles.
En principio, la práctica de
ejercicios abdominales bajo esta falsa creencia no debería suponer más que un
problema conceptual. Sin embargo, la repetición de
ejercicios para el "fortalecimiento inferior", conlleva el uso
de ejercicios desaconsejados, que pueden generar alteraciones en el raquis
lumbar si se realizan de forma sistemática (López-Miñarro, 2000).
Finalmente, ante la pregunta de si la
movilización del tronco desarrolla las porciones superiores del recto del
abdomen y la movilización de las piernas las porciones inferiores, Monfort y
Sarti (1998) exponen que se trata de una afirmación de
ambientes deportivos, inadecuada por su falsedad, habiendo sido demostrado en
diferentes estudios. •McGill (2001) indica que la evidencia
mioeléctrica de los diferentes trabajos de investigación sugiere que en la
mayoría de las personas no se puede hablar a nivel teórico-práctico de una
activación regional superior o inferior.
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